—Me gustaría preguntarte, Jefe, ¿quién te vendió el espejo en ese entonces?
El viejo tendero se sorprendió. Miró a Tang Hao con recelo.
—Bueno, no se supone que deba decírtelo… Además, ha pasado mucho tiempo, al menos diez años. No lo recuerdo muy bien.
Su tono de voz era ambiguo.
Tang Hao sonrió. —¿Qué te parece esto, Jefe? Si me das la información, compraré todo lo que hay en tu tienda.
El viejo tendero miró a Tang Hao y sonrió. —No hables tan a la ligera, chico. Mi tienda puede ser pequeña, pero los artículos pueden sumar bastante. ¿Tienes con qué comprarlo todo?
Tang Hao no dijo nada. Sacó una tarjeta, la puso en el mostrador y la empujó hacia el tendero.
El tendero la miró de cerca y sus pupilas se contrajeron.
«¡La tarjeta Black Gold del Banco Huaxia!»
«¡Este chico es de verdad!»
Frunció el ceño y vaciló un poco.