El siguiente mes pasó en un abrir y cerrar de ojos.
En ese mes, Tang Hao hizo píldoras, fabricó talismanes y se ocupó de sus negocios con tranquilidad. Fue bastante relajado.
Vendió muchos más talismanes a la Montaña Mao y a los incautos de la Montaña Dragón Tigre. Ganó mucho dinero.
La salud del Abuelo Shunde estaba empeorando. Tang Hao fue a visitarlo varias veces.
Muy pronto, comenzó el nuevo semestre en la Universidad Z.
Esa mañana, Tang Hao desayunó junto a Qin Xiangyi.
Después del desayuno, ella entró en su habitación para arreglarse.
Poco después salió, vestida con un largo vestido negro.
—¿Cómo me veo? —Ella giró y se presentó ante Tang Hao.
El borde de su vestido ondeó y sus largas y esbeltas piernas quedaron al descubierto.
—¡Wow! —exclamó Tang Hao—. ¡Te ves increíble!
Ella miró su reloj y exclamó sorprendida:
—¡Ya casi son las diez! —También miró a Tang Hao con resentimiento.
Tang Hao sonrió con timidez.