Soy el que inventó la cocina mágica

¡Ding dong! Tang Hao tocó el timbre.

—¡Ya estás de vuelta!

Su Yufu abrió la puerta.

Tang Hao y Han Yutong entraron primero, seguidos por Su Yingyu y Lin Wei.

—¿Qué pasa? —Su Yufu preguntó al ver sus expresiones extrañas.

La pareja casada no dijo nada. Sus caras estaban llenas de resentimiento.

Su Yufu se volvió cada vez más desconcertado. Al ver que no decían nada, no hizo preguntas. En cambio, miró a Han Yutong y Tang Hao y sonrió.

—¿Qué coche obtuviste, Yutong? Déjame verlo.

—Audi, BMW o Mercedes?

La expresión de Han Yutong se volvió incómoda, y susurró:

—Es... ¡un Rolls-Royce!

—¡Oh! ¿Un Rolls-Royce? ¡No está mal! ¡Ese es un buen coche! —dijo Su Yufu casualmente mientras tomaba un sorbo de la taza de té en su mano.

En ese momento, su cerebro finalmente procesó lo que escuchó, y escupió el té de su boca.

—¡Cough cough! ¿Qué dijiste? ¿Un Rolls-Royce?

Sus ojos se agrandaron, y su cara estaba llena de incredulidad.

—¡Sí! —susurró Han Yutong.