—¿Cómo... cómo es eso posible?
El hombre regordete tenía la cara llena de incredulidad. Ese chico pasó solo un par de minutos eligiendo sus piedras, y obtuvo cuatro piezas de jade de alta calidad y una obra maestra. ¡Eso era increíble!
¿Podría ser... que el chico realmente fuera un experto? Miró a Tang Hao. Le resultaba difícil asociar a ese joven con la identidad de un maestro de tasación.
—Entonces, ¿estás dispuesto a admitir la derrota ya? ¡Paga!
Qin Gang no podía dejar de sonreír.
El hombre regordete apretó los dientes y miró a Qin Gang con ferocidad.
—¿Qué? ¿No estás dispuesto a admitir la derrota? —Qin Gang se burló. Mientras hablaba, agitó el contrato en su mano.
Tang Hao dio un paso adelante y dijo:
—Está bien si no quieres pagar. Estoy interesado en tu anillo. Dame eso, y lo dejaremos así.
Qin Gang miró el dedo del hombre regordete, y sus ojos se iluminaron.
—¡Oh, Dios mío, eso es jade imperial!