—Padre, ya que lo reconociste, ¿por qué no me ayudaste a impartir justicia? —Clarence se quedó helado y miró a Armstrong con sorpresa.
—¿Justicia? ¡Ja! Clarence, ¿qué justicia quieres?
—¿Tengo que abofetear a William en frente de todos por tu bien? —Armstrong se burló. Sacudió la cabeza, pensando que Clarence era muy ingenuo.
—Padre, ¿es más importante mostrar respeto hacia William que mi reputación? Miranda me ha malentendido...
—Los ojos de Clarence se enrojecieron mientras dejaba escapar un rugido bajo, pronunciando clara y enfáticamente cada palabra.
—En ese momento, Clarence apretó los dientes y cerró los puños. Los huesos de sus dedos crujieron y sus uñas se hundieron profundamente en su carne.