Clarence se paró frente al elevador, tomó una respiración profunda, sacó su teléfono y llamó a Emmett.
—Emmett, quiero la vigilancia del Hotel Hilton!
—Está bien, Joven Maestro. Usa la aplicación, debería aparecer en los próximos 30 segundos —dijo Emmett. Siempre estaba listo para una llamada de Clarence, por eso contestó en el primer timbre.
Clarence abrió la aplicación que Emmett le había indicado. Tan pronto como hizo clic en ella, el video estaba justo frente a él.
Miranda y William salían del elevador uno al lado del otro, dirigiéndose hacia una suite.
Cambiando a otras cámaras de vigilancia, Clarence pudo ver que había siete u ocho hombres más con chalecos negros en la suite, todos con sonrisas burlonas en sus caras.
Clarence suspiró aliviado. Parecía que Miranda y William no estaban aquí por una cita.