¡Vive solo para sí mismo!

Cecilia arrastró a Clarence consigo mientras se situaba frente a Miranda.

Miranda estaba sorprendida. Nunca había imaginado que Clarence aparecería aquí sin previo aviso. Un atisbo de pánico cruzó por su bonito rostro.

—¿Qué... qué haces aquí?

—Querido, ¿no dijiste que estabas en el trabajo? —Los nudillos de Clarence crujieron al cerrar sus manos en puños y esconderlos en las mangas de su camisa.

Miranda se dio cuenta inmediatamente de lo que ocurría. —¿Has estado siguiéndome otra vez?

—Clarence Howard, ¿acaso eres un pervertido o algo por el estilo?

—Me seguiste antes, y ahora me estás siguiendo de nuevo. ¿Crees que necesito presentarte un informe antes de ir a cualquier lugar? —Las personas cercanas se detuvieron para ver a Miranda perder los estribos.

—Jaja, creo que has cometido un error, señorita Murphy. Clarence no te estaba siguiendo.

—Simplemente te vi aquí con este hombre, por eso lo llamé para que se enterara —dijo Cecilia, con una mirada de disgusto en sus ojos.