Un perdedor siempre será un perdedor

Clarence acababa de llegar a casa.

Su suegro Armstrong le dio una llamada. —¡Clarence, ven para acá j*dido! Sin decir otra palabra, colgó.

Confundido, Clarence llamó de nuevo para averiguar qué estaba pasando, pero Armstrong rechazó la llamada.

Clarence no tuvo más remedio que tomar un taxi a la casa de su suegro.

Tan pronto como llegó al salón, escuchó a Chantelle gritando:

—¡Ese maldito Clarence!

—Está bien que sea un perdedor, ¿pero por qué meter en problemas a mi hijo?

—¡Buah! Genial, ahora mi hijo está despedido. ¿Cómo va a seguir con su vida? —Chantelle, deja de llorar. Cuando Clarence llegue, le preguntaremos qué pasó —consoló Peonía.

Kaysen también estaba con ellos:

—¡Ese maldito Clarence!

—Creo que tiene algo que ver con esto. Sabía que iba a pedir dinero prestado a la compañía de los Johnson, así que hizo que Tony perdiera su trabajo.

—¡Papá! Clarence debe tener algo en contra por lo del Distrito Sunshine.

—¡Está tratando de arruinar la oferta!