Has ganado, Miranda Murphy

El corazón de Miranda se sentía vacío mientras miraba la puerta cerrada e inamovible del cuarto de huéspedes.

En el pasado, Miranda había disfrutado de las adulaciones de Clarence.

Había disfrutado de la docilidad de Clarence.

Había disfrutado de la sumisión de Clarence.

Ahora que Clarence había hecho un cambio de 180 grados en su actitud, Miranda lo encontraba un poco difícil de aceptar.

Cuando recordaba todo lo que le había hecho, la pizca de arrepentimiento en su corazón crecía y crecía. —¿Debería pedirle disculpas?

A las seis de la tarde, Clarence recibió una llamada telefónica de Miranda.

—Te espero en el Restaurante Mar de Amor.

—¿Qué quieres? —Clarence frunció el ceño.

—¡Quiero cenar! —respondió Miranda con frialdad.

Miranda colgó en cuanto terminó su frase.

Después de pensarlo un poco, Clarence se duchó y condujo en su Ferrari hacia el Restaurante Mar de Amor.