Belle, Melodía, Miranda y las expresiones de los demás cambiaron.
¡Tigre iba a abusar de ellas!
—¡Si te atreves a tocar a mi hija, yo... —Yosef apenas se había levantado cuando los secuaces de Tigre lo sometieron.
Tigre sonrió.
—No solo voy a tocar a tu mujer, sino también a todas las demás mujeres aquí presentes.
—¿Qué?
—¡Bastardo!
Peonía temblaba de rabia. Estaba asustada y en pánico.
«¿Perderé mi virtud a esta edad?»
—Capturen a todas las mujeres —ordenó Tigre.
—¡No toques a mi esposa! —George reunió el valor para ponerse delante de Belle.
Kaysen también mantuvo a Melodía detrás de él.
—Sr. Hill, se lo suplico. No toque a mi esposa... —dijo Kaysen.
Tigre parecía divertido.
—¿No voy a tocarlas solo porque tú lo dices? —preguntó Tigre.
—¿Por qué no te largaste cuando te lo dije? —continuó—. No habría necesidad de tanto problema si te hubieras largado antes.
George y Kaysen se veían pálidos como fantasmas.
De repente, una voz indiferente vino desde la esquina.