¡Es un completo sinsentido!

Trevor colgó el teléfono. —Espera y verás. River estará aquí pronto.

—¿River?

Dennis agarró a Trevor por el cuello y lo abofeteó.

—¿El jefe de la FDA? ¿Conoces al jefe de la FDA, viejo tonto? ¡Yo también conozco a Jesús!

—¿Crees que me asustaré?

—Si conoces al jefe de la FDA, ¿necesitas trabajar en una clínica con solo tres personas?

Dennis era extremadamente arrogante. Trevor había sido abofeteado varias veces. Su cara estaba roja y estaba aturdido.

—Profesor Hughes...

Greyson intentó detener la pelea, pero Dennis agarró a alguien y le propinó un par de buenas patadas en el estómago.

—¡Bah!

—¿Qué diablos? ¿Cómo te atreves a desafiarme? Te golpearía hasta matarte si no hubiera tanta gente mirando.

Lo único que deprimía un poco a Dennis era que el dueño del Salón Trece, Clarence, no mostraba signos de resistencia.

Alguien le pagó a Dennis un millón de dólares con un solo objetivo: sellar el Salón Trece.