Richard explicó apresuradamente:
—Esto fue lo que sucedió: me preocupé por Cecilia después del accidente automovilístico, así que la llevé a casa para cuidarla.
—Cecilia no ha mostrado señales de despertar.
—Los doctores la han examinado y no tiene nada malo.
—Todos sus signos vitales están normales, pero no despierta.
—Maestro Howard, usted es el único que ahora puede salvar a mi hija. Por favor, ayúdeme. ¡Le pagaré cualquier cantidad de dinero! —Todo padre era admirable.
Richard era un magnate de bienes raíces, pero aún así trataba a su única hija como lo haría cualquier otro padre.
Clarence consoló a Richard mientras detenía un taxi:
—Sr. Shelby, no se alarme. Iré a revisarla.
—De acuerdo. —Richard depositó todas sus esperanzas en Clarence.
Media hora más tarde, Clarence llegó a la villa de Cecilia.
Había tres ambulancias estacionadas afuera. Al entrar en la villa, Clarence sintió un escalofrío. Era como si hubiera entrado en una bodega de hielo.