La historia del hombre que ayudó al perro

La cara de Clarence se descompuso. Preguntó con enojo:

—Kate, ¿por qué estás aquí?

—Te salvé por bondad, ¿y ahora has traído a tanta gente aquí para desquitarte conmigo?

Kate lucía orgullosa mientras tomaba el látigo de su cintura y lo estrellaba.

—Humph, si no estuviera herida, habría venido solo a atraparte con una mano. Aunque he traído a tanta gente, en realidad no quiero hacerte daño.

Ella miró a Clarence con placer sádico.

—¿No eres talentoso? He notado que pareces haber entrenado en artes marciales antes. Te estoy mostrando mucho respeto al traer a tanta gente aquí.

—Mientras vengas conmigo obedientemente y me ayudes a salvar a alguien, te prometo que no lastimaré ni un solo pelo tuyo. Además, después de terminar, te daré 100 millones. ¿Qué dices?

Después de decir eso, Kate miró a Clarence significativamente, esperando su respuesta.

Clarence no tenía una buena impresión de Kate.