Cuando Clarence vio a las dos mujeres peleando, se sintió turbado.
Estas dos mujeres siempre encuentran la forma de pelear cada vez que se encuentran.
Clarence sacudió la cabeza —Está bien, Cecilia. Deja de hablar.
—¡Hmph! ¿Por qué me dices a mí que me detenga y no a ella? ¿Aún la guardas en tu corazón? —Cecilia sopló. Se veía deprimida.
Clarence preguntó —Cecilia, ¿no te trato como si fueras mía?
Cecilia estaba atónita —Tuya.
Se cubrió la boca y sonrió. Luego, frente a Miranda, tomó la iniciativa. Le plantó un gran beso en la mejilla a Clarence.
Cecilia asintió en señal de acuerdo —Tienes razón, soy tuya. Eso significa que debo cuidarme frente a los extraños.
Después de provocar a Miranda, Cecilia se volvió para mirarla —Señorita Murphy, ¿lo vio? Soy suya.
Miranda tembló —Tú…
Luego, miró a Clarence con decepción —¿De verdad te vas a casar con ella?
Clarence suspiró —No quiero hablar de eso. ¿Por qué estás aquí?