La historia de Miranda

Clarence solo se distrajo momentáneamente antes de calmarse instantáneamente.

Comenzó a tratar a Miranda.

—Tienes algunos contusiones y moretones que necesitan ser atendidos, o te quedará una fea cicatriz negra ahí. Será una vista dolorosa en el futuro.

—Te traeré una palangana de agua caliente. Aplícatela tú misma para promover la circulación de la sangre y desalentar el estasis.

—Probablemente sufrirás de insomnio y tendrás sueños vívidos cuando logres dormir. También tendrás algunos trastornos endocrinos por algún tiempo.

—También estarás mentalmente exhausta después de lo que ha pasado hoy. Necesitas descansar un par de días. No vayas a trabajar mientras tanto.

—Solo descansa en casa —dijo Clarence mientras examinaba a Miranda.

Miranda asintió. —Está bien, haré lo que digas.

Clarence salió y trajo una palangana de agua caliente.

Le entregó a Miranda una toalla. —Aplícala en tus moretones.