—¡Uarghhh! —exclamó él.
Al inundarse el cuerpo de Vaan con el poder ardiente del Dios Dragón de Fuego, fluyendo por cada canal en su sistema, Vaan levantó la cabeza hacia los cielos y soltó un rugido potente.
En ese instante, la onda sonora de Vaan sacudió el aire y hizo que la arena temblara con ondulaciones como un chapoteo en agua tranquila.
Contenía un volumen ensordecedor similar a un rugido de dragón, algo que no debería haber salido de la boca de un humano.
—¡Ding!
—¡No! ¡Una fuerza abrumadora es necesaria para refundir el cuerpo de manera efectiva! —rechazó Vaan el consejo del sistema.
Su situación aún no había alcanzado un punto tan crítico.
Vaan soportó con fuerza el poder furioso de la esencia de sangre del Dios Dragón de Fuego mientras arrasaba su cuerpo.
Sus venas y meridianos se iluminaron con luz roja brillante, volviéndose visibles bajo su piel.