La Noche de Solana

—Si ya estás tan sorprendida por el dragón dormido, ¿no saldrás corriendo cuando despierte? —preguntó Vaan casualmente y divertido.

Sin embargo, Solana se sorprendió aún más después de escucharlo.

—¿Qué? ¿Ese aún es su estado dormido? —exclamó Solana suavemente, retrocediendo inconscientemente al mismo tiempo—. Pudo haber cometido un error.

No obstante, ya era tarde para que se marchara. Vaan agarró su muñeca y la arrastró hacia adentro, cerrando la puerta poco después.

—Ya que viniste a jugar, no pienses en irte tan pronto, Señora Solana —rió Vaan entre dientes, levantándola y llevándola a la cama—. Me aseguraré de que seas una Alta Bruja para la mañana.

—Es-Espera... —pronunció Solana en resistencia, pero su cuerpo se sentía débil.

Los toques casuales de Vaan enviaban sensaciones eléctricas pero deliciosas a través de su cuerpo. Se sentía tan bien; era adormecedor.