Requisito para Romper la Barrera del Cielo

La Emperatriz Mariescarlata se sorprendió gratamente por la respuesta directa de Vaan. Parecía que su sinceridad había llegado a él. No obstante, tenía que admitir que entre los hombres que había visto en Pangea a través de los ojos de su discípula, la belleza de Vaan podría estar clasificada en la cima. Tenía tanto la apariencia como los talentos: un verdadero hijo del cielo dotado. Su encantadora sonrisa podía derretir el corazón de jóvenes doncellas inocentes.

«Kukuku, si tuviera sesenta mil millones de años menos, mi corazón habría dado un vuelco por ti», bromeó la Emperatriz Mariescarlata debido a su buen humor. Sin embargo, a Vaan no le hizo gracia. Más bien, la broma hizo que su sonrisa desapareciera.

¡Sesenta mil millones de años…!