—Ahh... Debes ser Espectro... —un anciano con la espalda encorvada entró por la puerta abierta con su rostro envejecido mostrando una sonrisa gentil. Su cabello gris corto tenía flequillos que cubrían sus ojos, lo que los hacía ligeramente oscuros, pero no era demasiado difícil ver sus ojos rojos como el fuego, gritando ferocidad y fuerza.
—Sí... ¿Quién eres tú? —preguntó Isaac e intentó ver el nombre del anciano, pero por alguna razón, no era visible.
—Jeje... —el anciano rió inocentemente y agitó su mano—. No soy un NPC.
—¿Qué?! —gritó Isaac sorprendido.
—Sí... —el anciano, con la ayuda de su bastón de madera, se acercó al sofá de cuero y lentamente, pero con seguridad, se sentó.
Dio unos golpecitos suaves al asiento a su lado y dijo con su tono envejecido:
—Siéntate, joven.
Isaac asintió ligeramente y se sentó a su lado, su cabeza llena de preguntas.
—Preguntas... puedo responderlas —dijo el anciano con una pequeña sonrisa—. Tenemos tiempo...