En la Sede de la Compañía del Legado.
Arturo sonrió y cerró la computadora.
—Eh, ¿por qué dejaste de mirar? —preguntó Emilia con el ceño fruncido.
—Está bien... —Arturo se levantó y sintió su cuerpo más ligero—. Y... presenta un informe que diga que la alerta de Código Rojo fue porque apareció un error, pero Arturo lo solucionó por sí mismo.
Emilia parecía sorprendida pero asintió.
—¡Sí! —Arturo metió las manos en los bolsillos y salió de su oficina tarareando una canción.
Emilia seguía luciendo confundida y recordó la escena de Maxwell inclinándose hacia la pantalla, y su boca se movía, pero no sabía lo que decía porque no había sonido.
Pero sabía que Arturo era un maestro en la lectura de labios, y debió haber entendido perfectamente a Maxwell.
Emilia deseaba desesperadamente saber qué hacía a Arturo tan feliz porque ni siquiera ella puede lograr que sea tan feliz, sin importar lo que haga, y comenzó a hacer pucheros mientras crecía la envidia dentro de ella.