¿Pijamada...?

Isaac y Luna llegaron a las puertas del vecindario, donde dos guardias estaban de pie. Entrecerraron los ojos, pero reconocieron al joven de cabello blanco y finalmente se relajaron.

—¿A dónde planeas ir? —preguntó Isaac a Luna. El cielo ya se había oscurecido, aunque el destello de las luces aún hacía que los alrededores fueran algo brillantes.

—He alquilado una habitación en la posada —respondió Luna con una sonrisa y se entristeció al tener que separarse de Isaac.

—¿Qué tan lejos está? —preguntó Isaac con curiosidad.

—Está cerca del área de tugurios —respondió Luna y pensó que no era la mejor ubicación posible, pero todos los otros lugares estaban ocupados, y no podía permitirse algo caro.

—Puedes quedarte una noche donde yo he alquilado una habitación —sugirió Isaac—. Está oscureciendo, y deberías o cerrar sesión ahora o venir conmigo.