El vuelo de mañana.

—¿Por qué no pudiste usar tu perla de teletransporte para teletransportarme? —preguntó Luna con un puchero lindo—. ¡Estuvimos separados por casi un día!

—Necesitaba todos los usos de teletransporte —dijo Isaac mientras acariciaba el suave cabello de Luna—. Ahora, no tengo ninguna perla de teletransporte. Las usé todas.

—Oh, está bien —asintió Luna y le plantó un beso en la mejilla—. ¿En qué has estado ocupado?

—No mucho —respondió Isaac con un encogimiento de hombros.

—¿No mucho? —Luna no lo creyó ni por un momento. Sin embargo, no indagó más en el asunto y tomó la mano derecha de Isaac.

—¿A dónde ibas? —ella preguntó.

—A mi casa, ¿quieres verla?

—¡¿Tienes una casa?! —exclamó Luna con sorpresa.

—Sí, la conseguí como recompensa por completar con éxito la Mazmorra. —Isaac tomó su mano suave y comenzó a guiarla por las calles.