Los Comodines de la Humanidad.

Todos se quedaron en silencio. Después de levantarse de la silla, Arturo procedió a caminar hacia la ventana. Abrió ligeramente las cortinas y vio la interminable devastación que se había infligido en un lugar que alguna vez fue inimaginablemente impresionante.

«El mundo es un lugar hermoso, pero hay demasiados lugares sombríos en él. Es posible que algunas personas sean malas mientras que otras son buenas. No obstante, hay un poco de gris en todos.»

Después de echar un último vistazo a las imponentes montañas, cerró las cortinas y luego dirigió su atención hacia los cuatro hombres que movían la cabeza de un lado a otro.

—Soy consciente de que es extremadamente egoísta de mi parte pedirles a los cuatro su ayuda. —Arturo cambió de posición y giró su cuerpo para apoyarse contra la ventana—. Cada uno de ustedes tiene sus propias familias de las que cuidar. Hay quienes están preocupados por ustedes y sentirán una gran pérdida si algo les sucede.