Kratos, apoyado contra una pared rocosa, observó cómo las llamas envolvían su portador del legado. Su frondosa barba se movía junto al poderoso viento.
—Chico, concéntrate en tus golpes, y no te detengas. No importa lo que hagas... no dejes de atacar.
El Rey Arawn dio un paso adelante, su impulso aumentaba con cada momento. En ese momento, escuchó la voz de Kratos. No dejes de atacar, no dejes de atacar, no dejes de atacar.
—Tiraste tu hacha... eso es un mal movimiento —Amour dijo, y sujetó con firmeza el mango de su hacha. A pesar de que el aura flamante de Arawn era incomparable, y algo que nunca había sentido antes, aún confiaba en su propia habilidad.
—¡RARGH! —Arawn gritó, y lanzó un puñetazo. Su puño chocó contra el hacha de hoja carmesí. El resultado fue inesperado.