—¡Bang!
Estrellándose contra los árboles en el suelo, estaba uno de los ancianos con capucha negra. Rompiendo múltiples árboles, su cuerpo se deslizó por el suelo dejando tras de sí una enorme estela de destrucción.
—¡Hermano!
—¡Menor!
Acompañando la caída del anciano de túnica negra, se escucharon dos voces roncas. Eran los otros dos ancianos.
Una vez que el polvo se aclaró, el anciano de túnica negra apareció en el suelo desmayado. Comparado con antes, el aura que giraba a su alrededor era extremadamente débil, indicando que había sido gravemente herido.
—Maten a esta perra. ¡No podemos dejarla vivir después de lo que ha hecho!
Mirando a su hermano, los dos ancianos se miraron con ojos nublados de rabia. Sin embargo, aunque dijeron esas palabras, ninguno se movió. El aterrador poder que Monica les había mostrado había dejado sentimientos persistentes de miedo en sus mentes.