—¿Tienes miedo de que me apodere de tu cuerpo?
Su suave voz seguía resonando dentro de mi cabeza.
—No te preocupes.
Clank. Clank. Clank.
Escuché un sonido de traqueteo familiar.
—Aunque quisiera apoderarme de tu cuerpo, con estas cadenas que me atan, no hay forma de que pueda hacerlo.
¡Clank!
Tirando de su brazo, el traqueteo se detuvo y un fuerte anillo metálico resonó en el aire.
—Como ves, no importa lo que haga, siempre estaré atado por las cadenas. No puedo apoderarme de tu cuerpo aunque quisiera...
Quería negar sus palabras, pero yo sabía.
Sabía que él estaba diciendo la verdad.
No podía explicarlo. Pero, podía decir que no estaba mintiendo sobre esto.
¿Era porque él era yo? ...¿o era esto otro truco mental? Ya no podía decir.
—Puedes optar por no creerme, pero no tienes tiempo.
Miré la proyección.
Él tenía razón. No tenía mucho tiempo.