—¡Esa voz era inusualmente familiar! —exclamó sorprendido.
Giró la cabeza rígidamente y una escena increíble se reflejó en sus pupilas.
—Su Yu sostenía el cuerpo grácil y encantador de Yao Hong en sus brazos y se encontraba a treinta pies detrás de la espalda de Long Fan en silencio —narró el observador anonadado.
¡La persona que salvó a Yao Hong era en realidad… Su Yu!
Detrás de Su Yu, había un par de alas gigantes magníficas que parecían una ilusión y se mostraron bellamente a la gente.
—¡El par de alas era tan grande que parecía exagerado! —comentó alguien de entre la multitud—. Cuando las alas se desplegaron, tenían unos cincuenta pies de ancho. Cubrían el cielo y el sol, envolviendo la arena con su sombra.
¡Su impactante aparición había causado que todos se asombraran!
Las alas parecían vivas, con sus venas, arterias y plumas claramente visibles.
Cada ala estaba formada por la concentración de la llamarada roja ardiente. Al mirarlas, todo el par de alas estaba ardiendo.