Su Yu frunció el ceño con indiferencia. Yuxin valoraba mucho el respeto. Además, ella era fría y despiadada. A Su Yu no le gustaba ese tipo de chica.
—¿Qué tienes que ofrecerme? —dijo Su Yu indiferentemente. Tras descansar más de medio mes, su garganta se había recuperado ligeramente. Su voz ya no era ronca y desagradable de escuchar como lo había sido en el pasado. Aunque, en ese momento, era un poco baja y fría.
Combinado con la misteriosa apariencia de Su Yu, sus palabras eran un poco insondables.
Los hermosos ojos de Ouyang Yuxin lo miraron de arriba abajo. No importa cómo lo mirara, Su Yu le dejaba la impresión de ser un caballero apuesto, libre y distinguido en un mundo corrompido. Le era difícil no tener una buena impresión de él.
—Señor Yin Yu, ¿tiene planes de ir a otro lugar? —dijo Ouyang Yuxin con una expresión sincera—. Si no le molesta, ¿desea venir a mi familia Ouyang para charlar? Lo trataremos bien.