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Un mes después.
La intersección entre los continentes del norte y del este.
De pie sobre las nubes, el horizonte estaba cubierto por un bosque interminable.
Era como una ola, meciéndose en el cielo.
Era denso, los árboles altos y apretados, desprendiendo un aura opresiva.
Ese era el Bosque Oscuro.
Era una tierra primitiva, inexplorada por el hombre durante los últimos diez mil años.
Se rumoreaba que múltiples bestias demoníacas se reunían en lo profundo del Bosque Oscuro, haciéndolo un lugar prohibido para los humanos.
Aparte de los raros miembros de la raza humana, aquellos con talentos especiales que podían vivir allí, los humanos ordinarios no podían regresar una vez que entraban.
Al final del Bosque Oscuro se erigía un objeto alto y masivo. Parecía el último fuerte protegiendo las fronteras de la tierra de la raza humana, alto y majestuoso.
Mirándolo, uno podía ver corrientes de gente entrando y saliendo, creando una escena ajetreada y bulliciosa.