A mil millas de distancia, el cielo parecía haberse vuelto del color de la tinta negra. Estaba tan oscuro como la noche y uno ni siquiera podía ver sus propios dedos que estaban justo frente a él. El mundo parecía haber entrado en un pozo interminable de oscuridad.
La oscuridad que se extendía por el cielo aceleraba el latido del corazón hasta el punto de la asfixia. En ese momento, se oyó un sonido de trueno similar al rugido de una bestia salvaje. Era casi como si una cruel bestia estuviera esperando su momento hasta que pudiera entrar en el mundo de la oscuridad para devorar a cada espíritu vivo dentro de él.
Todos sentían como si hubieran sido sellados en una jaula negra y estuvieran a punto de convertirse en presa de una cruel bestia. Gotas de sudor frío se filtraban a través de sus poros y mojaban la parte posterior de sus ropas.