—Uh...
—Oh, ya veo —dijo Qingyan con torpeza.
—Sí, ¿por qué más dirías que el amor de una madre es grande? —dijo Cuiping con una sonrisa—. Viendo algo así, puedes entender por qué los niños nunca buscan a su padre.
—Mamá, tienes razón —dijo Lin Yi.
La cara de Qingyan ardía como si estuviera en llamas.
Sin embargo, si se encontrara en la misma situación otra vez, sentía que aún sería mejor volver y abrazar al niño. Consolar al bebé era lo más importante.
Ring, Ring, Ring...
El teléfono de Cuiping sonó.
—Baja, Ning Yue ha vuelto con su novio —dijo Quanfu.
—¿En serio? Solo ha pasado un día. Eso es genial.
Cuiping colgó después de eso.
—¿Quién viene otra vez? —preguntó Lin Yi.
—Ning Yue ha vuelto. Vamos a bajar y a echar un vistazo.
—Qué coincidencia.
Lin Yi y Ji Qingyan los siguieron.
—¿Quién es Ning Yue? ¿Es una de las niñas del orfanato? —preguntó Ji Qingyan.
—Sí.