—¿Has practicado piano antes? —dijo el mocoso despectivamente.
—Deja de hacer el tonto, el piano es un instrumento noble, ¿incluso puedes permitírtelo?
—Hu Haoran, ¿de qué estás hablando! —gritó Guo Rui.
—¿Qué te enseñé? ¿No tienes modales?
—Estoy diciendo la verdad, el piano más barato cuesta más de 10,000 dólares, y una lección de piano cuesta al menos 300 dólares por lección. Si él viniera de ese tipo de entorno, ¿por qué seguiría trabajando como recadero?
—Guo Rui estaba tan enojada que no paraba de disculparse con Lin Yi.
—Lo siento mucho, he malcriado a este niño. No te lo tomes a pecho.
—Está bien —sonrió Lin Yi—. En realidad, está diciendo la verdad. Aprender piano no es barato.
—Mamá, mira, incluso lo admitió él mismo —Hu Haoran miró a Lin Yi—. Entonces, cuando hables de mí, deberías controlarte. Ni siquiera sabes tocar, ¿qué derecho tienes para controlarme?
—¿Quién dice que no sé cómo tocar? —dijo Lin Yi con una sonrisa.