Lu Ying se quedó paralizada en su sitio, demasiado asustada como para hablar.
—¡Cisco no es tonta por llegar hasta aquí! —dijo Lin Yi.
—Aunque nuestra operación sea más refinada, no tardarán en solucionar el error en el programa. ¿A quién creerá entonces el mercado?
Ambos se mantuvieron quietos, dándose cuenta de la gravedad de la situación al mismo tiempo.
—¡Director Sun, llevas tantos años aquí, cómo es que no tienes ni la conciencia de defenderte contra esto?! ¿No sabes que debes solicitar una patente primero cuando desarrollamos un nuevo producto? ¿No sabes que debes protegerse contra los demás en un proyecto confidencial como este? ¿Sabes lo que significa todo esto?! —Lin Yi regañó.
—¡Ahora que los datos técnicos han sido robados, todos nuestros esfuerzos previos han sido en vano! ¡Estoy tan decepcionado de ti!
Sun Fuyu no dijo ni una palabra. Era su culpa, y era natural que lo regañaran.