—Papá, no digas tonterías. Solo estamos aquí para comer. ¿Puedes dejar de pensar en eso? —dijo ella.
—Está bien, está bien, está bien, no pensaremos en eso. —Antai dijo con una sonrisa—. Me iré primero con tu mamá.
Después de que los padres de Ji Qingyan se fueron, Lin Yi se sentó en el sofá.
—Háblame de ti mismo. Tío y Tía deben pensar que soy una persona casual después de todos estos malentendidos. Mi reputación fue arruinada por ti —se quejó Lin Yi.
—¿Qué quieres decir con eso? Yo soy el que está en desventaja aquí —Ji Qingyan dijo—. No podré enfrentarlos más.
—No puedes competir conmigo. Mi inocencia es más importante —reclamó Lin Yi.
—Lin Yi, creo que tu piel se está haciendo más gruesa —Ji Qingyan se arremangó las mangas.
—No he ajustado cuentas contigo por lo del supermercado aún, y ya quieres lanzarte de lleno —se defendió Lin Yi.
—Vamos, subamos al dormitorio principal y peleemos —dijo Lin Yi.
—Nada de dormitorio, solo el sofá —respondió ella con firmeza.