El Masaje Legendario para Ciegos

—¿No trajiste coche? —preguntó ella.

—Le pedí al conductor que me trajera aquí.

—¿Por qué no le pides al conductor que te lleve de regreso también?

—No, quiero que tú vengas a recogerme —dijo Ji Qingyan enojada—. Piénsalo, te he comprado tantas cosas. No tienes conciencia.

—Dime, ¿vas a perder el control de tu temperamento para fin de mes? —Lin Yi dijo con una sonrisa.

—Tú fuiste el que se enojó conmigo primero.

—¿Enojado contigo? —Lin Yi dijo inocentemente—. He sido tu chofer durante mucho tiempo y quiero decirte unas cosas. ¿Por qué no me llamaste cuando fuiste de compras? ¡Me haces sentir invisible!

—Hmph, al menos sabes hablar —Ji Qingyan dijo—. Estoy en el Starbucks al lado de la Puerta A, me verás en cuanto entres.

—Está bien, solo espérame allí.

Lin Yi colgó el teléfono y condujo hacia Plaza Wanda, aparcó su coche en la Puerta A y vio el Starbucks. Entonces, Lin Yi se dirigió directamente.