¿No te enseñó tu maestro cómo adular a los demás?

—Fóllate. Estas son todas habilidades transmitidas por nuestros ancestros. Si ni siquiera puedes disfrutar esto, entonces no vas a ser muy exitoso.

—No intentes engañarme. El Hermano Sun dijo que no era así.

—¿Hmm? ¿Qué te dijo?

—Dijo que esta habilidad solo se puede entender sin palabras. Yo tampoco sé qué significa.

—Fóllate, ese viejo cabrón.

—Hablemos de ello en un café. No quiero que malgastes tu dinero.

—Cuánto te he extrañado. Tengo otras tareas para ti —dijo Lin Yi—. Viste un poco más madura más tarde.

—¿Madura? ¿Puedo vestirme de la misma manera que cuando fuimos al Lago Huaqing?

—No como aquella vez —dijo Lin Yi—. Te enviaré dos fotos. Solo vístete así.

—Ok, manda las fotos.

—Lin Yi tomó su teléfono y envió las fotos de Ji Qingyan y Sugar a Lu Ying.

—Ese día me vestí como ellas. No soy tan bonita como ellas, pero mi estilo estaba bien.