Luchó contra un oso negro asiático con sus propias manos

—Doctor Lin, estás aquí.

Lin Yi entró y lo saludó.

Lin Yi asintió a modo de saludo mientras miraba al anciano acostado en la cama.

—Sr. Yang, ¿quería verme?

Yang Guangxia dio unas palmaditas en su cama cuando vio entrar a Lin Yi.

—No te pongas nervioso, joven. Ven, siéntate aquí.

Lin Yi se sentó.

—Sr. Yang, ¿qué sucede?

—¿Qué? Me salvaste la vida. ¿No puedo conocerte?

—¿Cómo puede ser eso? Estoy emocionado —dijo Lin Yi con una sonrisa—. Solo suelo ver a personas como usted en la televisión. ¿Quién no estaría emocionado de conocerlo en persona?

—Eres realmente muy persuasivo. Incluso engañaste a Mi Li, ¿verdad?

—¿Ah? ¿Quién es Mi Li?

—¿No eres buen amigo de Ruoxu? ¿Ni siquiera conoces su apodo?

Liang Ruoxu se quedó de pie a un lado, avergonzada.

—Anciano Yang, ¿por qué reveló toda esta información?

—Mira mi boca —dijo Yang Guangxia con una sonrisa—. Pero solo es un pequeño asunto. Este joven me salvó la vida. Le devolveré el favor dándole algo de información.