Entra de pie y sal tumbado

—¿Qué dijiste? ¿Los productos han sido retenidos?

Zhao Wen casi saltó de su silla. No podía creer lo que escuchaba.

—¿Cómo podría haber un problema con los productos? Siempre pasan sin problemas. ¿Por qué fueron retenidos esta vez? —preguntó con desesperación.

—Yo tampoco lo sé. Eso es lo que dijo la aduana. Dijeron que por el momento no los pueden dejar pasar —respondió su interlocutor.

De repente, Zhao Wen notó la leve sonrisa de Lin Yi.

De pronto se dio cuenta de algo aterrador.

—Muy bien, lo entiendo —dijo, tratando de mantener la calma.

Después de colgar, Zhao Wen miró fríamente a Lin Yi. Sus ojos estaban llenos de cautela y sus labios estaban pálidos.

—¿Fuiste tú quien hizo esto? —preguntó, con rabia en sus palabras.

—Mira lo que estás diciendo. Soy solo un cirujano común. ¿Cómo podría ordenar a la aduana que retengan tus productos? —Lin Yi se rió.

—No creo que tengas tiempo para hacerte un chequeo. Regresa y revisa tus productos.