Una voluntad intensa y densa se manifestó alrededor de Alidor. Era como si se hubiera levantado una tormenta de arena, y sin embargo, la voluntad era etérea.
—Di lo que necesites para sentirte mejor. Pero, conoce esto bien. En el minuto en que decidiste atacar a mi prometida, fue el minuto en que ya había decidido castigarte. No me importa cuál sea tu historia. No me importa cuál sea tu objetivo. No me importa qué propósito tenías o tienes. No tocas a mi familia —dijo Dyon débilmente.
Alidor no respondió, optando en cambio por blandir su paraguas de papel aceitado mientras sus largas túnicas ondeaban a su alrededor.
Las plataformas de cultivo parecían tener mente propia, escapando inmediatamente a los extremos de la habitación mientras los dos hombres se enfrentaban.
Uno tenía un fuego encendido en su ojo por venganza. La ira ardía en el otro. Pero ambos tenían un solo objetivo en mente: ganar.