En el salón Sapientia, los susurros y conversaciones animadas sobre la historia de Airic se extendían junto con rumores sobre quién era este chico para Madeleine. No es como si Madeleine no hubiera visto a jóvenes talentosos antes, así que apenas podían entender por qué parecía estar tan interesada en este en particular.
Sin embargo, Ester, la maestra de Madeleine, encontraba todo esto decididamente menos divertido, hasta el punto en que encontró la primera oportunidad, justo cuando todos montaron grandes águilas doradas, para llevarse a Madeleine a un lado.
—¿Hay algún problema, maestra? —Madeleine ya sabía de qué se trataba, pero estaba de muy buen humor para dejar que la molestara ahora.