No es un Sencillo

Haciendo todo lo posible por contener sus lágrimas y sabiendo que no tenía mucho tiempo antes de que su maestra viniera a buscarla para llevarla de vuelta, Madeleine señaló su garganta, tratando de hacerle entender su significado a Ri.

En las sombras, los cristales rojos explotaban una y otra vez, la frustración tiñendo su rostro. ¡Estaban tan cerca! «Lo siento, hermanita... Encontraré otra forma...»

—Gran Hermana Madeleine, ¿qué pasa? ¿No puedes hablar?

Madeleine asintió vehementemente. Pero, esta noticia envió a la multitud a un alboroto. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no podía hablar?

—¿Quién te hizo eso? —la ira de Ri volvió a acumularse—. Madeleine era una hermana para ella ahora, ¿quién se atrevía a lastimarla de esa manera?

—Madeleine. —Una voz severa sonó mientras Ester aparecía casi de la nada.