Hasta...

El Rey Acacia suspiró.

—La apuesta del qilin demonio fracasó. Pensaba que su única oportunidad de vencer a sus competidores era utilizar el talento del Rey Dragón. Pero, el Rey Dragón terminó utilizándolo a él.

El Rey Acacia comenzó a recordar los sucesos.

Parecía que después de haber tomado el control del cuerpo de otra persona, el Rey Dragón una vez más comenzó a afirmar por qué él era el mejor.

El problema era que no había nada que el Rey Dragón odiara más que la paz y la unidad. O, más exactamente, no quería paz ni unidad a menos que eso significara que él fuera el gobernante de todas las cosas y todo saliera a su modo. Sin embargo, al estar en el cuerpo del qilin demonio, obviamente no tenía el poder para hacer tal cosa –al menos no aún.