Atrévete

Los grandes ojos color avellana de Delia parpadearon mientras miraba con curiosidad la mano de Patia-Neva. Sus llantos se habían detenido por un momento, pero cuando una tenue energía comenzó a acumularse en las yemas de los dedos de su supuesto padre, su llanto se volvió más feroz. Sus grandes ojos parpadearon, yendo y viniendo entre un cálido color avellana y un frío azul.

Patia-Neva vaciló. Los llantos de su hija no habían llegado hasta él. Pero, el parpadeo de cálido a frío le recordó un mantra de Patia-Neva que desde hace mucho tiempo pensó que había logrado comprender.

Calidez cubierta de frío… Avellana parpadeando a azul… Una hoja cubierta de nieve…

De repente, Ramiro se dio cuenta de que el niño en su mano era un Patia-Neva. El único Patia-Neva existente aparte de él. Todos los demás estaban muertos. Los había visto morir. Tenía el poder de detenerlo todo, pero solo había observado. Y ahora estaba a punto de acabar activamente con su linaje él mismo.