Pensar...

En otro plano de existencia, el ceño de un anciano se frunció. Estaba sentado en una mecedora, contemplando una guerra que ya había asolado durante cientos de miles de años. Y sin embargo, esta era la primera vez que sus rasgos fluctuaban de su habitual sonrisa calmada en tanto tiempo.

«¿Uno de mis elegidos perdió su posesión de su llave?...»

Era absolutamente imposible para cualquier entidad mantener registro de lo que sucedía en diez mil universos a la vez. Sin embargo, lo que este anciano podía hacer era mantener su mente conectada a 100 torres específicas. Esto le permitía anclar su mente en los planos inferiores de manera similar a como el Rey Dragón había hecho con su arma, excepto que esto era en una escala mucho mayor.