El Rey Patia-Neva, habiendo reclamado su título y gran parte de su poder, surcó los cielos, abalanzándose a través de la atmósfera de la Tierra con anillos de fuego ardiendo a su alrededor. Aunque no tenía la Verdadera Empatía del Rey Acacia, no la necesitaba para poder darse cuenta de que algo ominoso estaba ocurriendo. La cantidad de sed de sangre que sentía lo helaba hasta los huesos, y no podía evitar preocuparse. Su amada y su hija estaban ahora en la arena según sabía, y sin embargo, todo lo que veía era una sangrienta masacre.
Los ojos de Patia-Neva se agrandaron al aparecer sobre los cielos de la arena. Abajo, la guerra aún rugía, pero esta no era una guerra normal que hubiera visto nunca...