Un instante después, Thatch recuperó su equilibrio. El mundo que se había vuelto completamente silencioso para sus sentidos había recuperado una vez más su color y vida, y los fuertes estallidos de la batalla detrás de él finalmente resonaron en sus oídos.
—¿Thatch? —la suave voz de Kaeda vino desde detrás de él. Cuando notó que el normalmente calmado y sereno Thatch temblaba, basta decir que Kaeda estaba verdaderamente sorprendida.
—Ellos… —la voz de Thatch era tranquila, tan áspera como si estuviera recuperándose de un dolor de garganta.
Para cuando Thatch terminó de explicar lo que había pasado a todos, una fría luz pasaba por cada uno de sus ojos. Pero, tenían una batalla que luchar.
Madeleine, sin embargo, tenía una luz inteligente en sus ojos.
—Olvídalos. Si regresan, significará su muerte. Tenemos que enfocarnos en esto primero.