Dyon se detuvo por un momento.
Clara no se volvió para mirarlo, pero había una ligera decepción surgiendo en su corazón ante el silencio prolongado. Intentó retirar su brazo, pero el agarre de Dyon parecía apretarse.
—No creo que entiendas. —La voz de Dyon tenía un poder dominante que tomó a Clara por sorpresa.
El agarre de Dyon la atrajo hacia él con una fuerza que era de alguna manera suave, pero ineludible.
En un instante, Clara se encontró debajo de Dyon, mirando a los mismos ojos verde avellana en los que había querido mirar todo este tiempo.
Si Dyon estaba sorprendido por la belleza de Clara, no lo mostró. Para él, los amores de su vida siempre eran el pináculo de la perfección, sin importar cómo los viera el mundo.
—Ahora eres mi mujer.