Shang fue arrastrado hacia el fondo de la aldea a una pequeña y oscura caverna.
—¿A qué Elemento estás sintonizado? —preguntó uno de los Magos con un tono frío.
—Fuego —respondió Shang.
—Muéstrame.
Shang levantó su brazo, y un poco de fuego apareció a su alrededor. El fuego era muy débil, y solo apareció vagamente alrededor de su brazo.
El Mago no se sorprendió y arrastró a Shang a un lado de la caverna.
Las dos cadenas se colocaron en dos puntos cian en la pared y se fusionaron con ellos. Shang todavía tenía suficiente cadena para sentarse, pero no podía caminar más de un metro con ellas puestas.
—Si vemos algún daño en las cadenas o el mineral, se tratará como un intento de escape, y te mataremos —dijo uno de los dos Magos.
Shang solo los miró.
—¿Entiendes, Un-Ojo? —preguntó.
Shang no respondió.
¡BANG!
Una gran piedra apareció frente a Shang y se disparó contra su pecho, rompiéndole las costillas.
—¡Responde! —exigió uno de los Magos con una voz estricta.