A Shang le llevó un tiempo calmarse, pero todavía había un cierto sentimiento de vacío y arrepentimiento en su interior.
Sin embargo, esto era lo que había elegido.
Para su objetivo, cualquier tipo de sacrificio valía la pena.
Sorprendentemente, ningún nuevo oponente había aparecido en los últimos minutos, aunque Shang ya había "ganado" contra el anterior.
Shang se levantó lentamente y agarró fuertemente la Espada.
Aunque todo lo demás desapareciera, la Espada estaría con él hasta el final.
Los dos no necesitaban intercambiar palabras para hacer saber sus sentimientos.
—Os habéis tomado vuestro tiempo —dijo el bufón con una sonrisa.
Shang no miró.
—¿Cuánto tiempo hemos estado entrenando?
La sonrisa del bufón se amplió.
—Cinco años.
Silencio.
Cinco años.
Habían estado entrenando durante cinco años completos.
¡Eso era mucho tiempo!
Por un segundo, Shang no podía creer lo que acababa de escuchar, pero luego recordó lo interminablemente lento que había pasado el tiempo.