Shang estaba al borde de la cueva y miraba los alrededores de la montaña con ojos fríos, calculadores y calmados.
Se había tranquilizado.
Los 20 días de espera para que la voluntad externa desapareciera le habían dado mucho tiempo para pensar en sus acciones.
Eventualmente, llegó a una conclusión.
—Perdí el control.
—Dejar llevarme por las emociones me puso en peligro innecesario.
—Necesito mantener mi ira bajo control.
—No puedo escuchar a mis emociones.
Estos habían sido sus pensamientos.
Y con la ayuda de estos pensamientos, Shang logró despertar y deshacerse de su ira.
Su ira se había transformado en frustración.
Su falta de control sobre sus emociones había arruinado su eficiencia en el entrenamiento, y no podía permitir que eso volviera a suceder.
Después de absorber a la primera bestia, Shang había seguido su rutina habitual, y le resultó muy bien.